domingo, 8 de abril de 2012

Una sonrisa

Se acaba la Semana Santa y se vuelve a la normalidad en las aulas.

El silencio que ha reinado estos días en las escuelas se transformará en el ruido característico de la presencia de los alumnos en los pasillos, en las clases, en el patio...

Por mucha innovación tecnológica que se aplique en las escuelas estas cosas no cambian.

Los profesores volvemos a la rutina después de una semana de “descanso emocional”.

El trabajo de un profesor desgasta mucho a “nivel emocional” . La convivencia diaria con los estudiantes a veces no es fácil y puede llegar a suponer un gran esfuerzo intentar conseguir un clima de trabajo en la clase y sacar de cada uno de los alumnos el máximo rendimiento posible a nivel académico.

La implicación emocional de un profesor se puede ver cuando habla de sus estudiantes que siempre dice “mis alumnos”.

El determinante posesivo “mis” tiene mucho significado ya que el profesor ve a los alumnos como algo propio, y eso suele significar que su trabajo no acaba en la escuela, cuando se escucha el timbre que marca el final de la última clase, casi siempre sigue en casa, y es lo que supone ese desgaste emocional en el día a día.

Volver a trabajar después de unos días de descanso no siempre es fácil, ya que el volver a la rutina siempre tiene sus dificultades.

Los psicólogos conductistas dicen que siempre ayuda a superar "el volver a empezar" la llamada actitud positiva, que se basa en un estado de ánimo que se caracteriza por la alegría, el entusiasmo y la ilusión en todo lo que se hace.

Hace unos meses tuve la ocasión de asistir en Madrid a una conferencia de Pilar Jericó, experta en técnicas de cooaching y liderazgo. En su página web http://www.pilarjerico.com/ ha escrito un artículo sobre como conseguir una actitud positiva a través de la sonrisa.  En este artículo dice lo siguiente:

"La ausencia de sonrisa es una de las mejores maneras para distanciarse emocionalmente y ejercer la autoridad, tantas veces anhelada por los cuerpos de seguridad o por los gorilas de discoteca de cualquier parte del mundo (puede que en los procesos de selección de estos últimos se solicite además de tener músculos de gimnasio la capacidad de no sonreír durante horas).
Sonreímos para agradar más que para exteriorizar nuestra felicidad. Esa fue la conclusión del estudio realizado por Robert Kraut y Robert Johnston, observando a personas que sonreían mientras jugaba al boliche, veían un partido de hockey o caminaban por el centro de la ciudad. Curiosamente y en términos generales, las personas sonrieron más cuando se involucraban en interacciones sociales que cuando experimentaban alegría. Los etólogos habían llegado a la misma conclusión. Los chimpancés usan la sonrisa voluntaria para desviar el comportamiento hostil del jefe dominante y para hacerse amigos de otros monos o humanos. Los psicólogos lo confirmaron además observando a los niños: Éstos prefieren acercarse a los extraños que les sonríen. Y los directores de cine también lo tienen claro. Los malos de las películas no sonríen y si lo hacen, es con un toque intencionadamente hipócrita (como el agente Smith de la película Matrix) o con la finalidad de confundir al espectador (como los de las películas con guión de Agatha Christie).
Si la sonrisa es un saludo universal cuya finalidad es la de agradar, la de su ausencia es atemorizar o generar distancias y si no, piense en los policías y en su frío saludo cuando le piden la documentación. De pequeños, la sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos. De adultos cuando nos equivocamos o nos avergonzamos socialmente porque hemos dicho algo incorrecto en plena exposición en público, solemos sonreír para rebajar el impacto de nuestro error. Y el hecho de que nos devuelvan la sonrisa, es un refuerzo positivo que necesitamos, en especial cuando alguien tiene poder sobre nosotros. Una forma de elevar abismos entre los empleados consiste, entre otras técnicas, en no sonreírles al verlos o al solicitarles alguna tarea. Si desea generar miedo entre su gente, ya conoce la primera regla: No sonría."

Os animo a que empecéis todos esta nueva fase laboral después de la Semana Santa con una sonrisa.
Veréis como vale la pena y tendremos mucha más ilusión para afrontar nuestros nuevos retos y nuevas "Reflexiones educativas”

Juan Enciso Pizarro
Educador y profesor de Física

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