lunes, 25 de febrero de 2013

Las matemáticas: aprender a pensar (II)

Hoy se vuelve asomar a la ventana de este blog, mi compañero y amigo Agustí Estévez.

Agustí es profesor de matemáticas y  dejaba un comentario en el artículo "Las matemáticas: aprender a pensar" que  vale la pena leer:

" Las matemáticas son el ejemplo más evidente de que hace falta un cambio en la metodología empleada en las aulas. Alguien podría decir que si los métodos utilizados en otras épocas funcionaron, porque ahora habría que cambiarlos. Nada más alejado de la realidad. No hay más que comprobar como, personas adultas, con estudios, ya no secundarios, sino superiores, tienen problemas para resolver problemas tan sencillos como en los que es necesarios aplicar un porcentaje o, peor aún, descontarlo. No hablemos ya de hacer un reparto proporcional, como puede suceder en situaciones en las que varias personas van de cena o a pasar un fin de semana a una casa rural.
Los más habitual en una clase de matemáticas, es que el profesor o profesora enseña a los niños y niñas técnicas o algoritmos matemáticas para realizar operaciones o resolver ecuaciones, incrementando progresivamente la dificultad de estas. ¿Quién no recuerda haber realizado innumerables operaciones combinadas con fracciones y potencias, aplicar la regla de Ruffini a polinomios de grado 8, o resolver ecuaciones con raíces en las que aparecían productos notables o, incluso, incógnitas en el denominador? ¿Y quién, que no haya realizado estudios posteriores con relación directa con la matemática, sabría hacerlo ahora?
Hace ya algún tiempo tuve la suerte de tutorar a una alumna de 2º de bachillerato en su trabajo de investigación, en el que estudiaba si los estudiantes universitarios, con matemáticas como asignatura en sus estudios, habían asimilado el concepto de derivada. No se buscaba si sabían o no derivar, es decir, aplicar las diferentes reglas del cálculo, más o menos complejas, sino si entendían la derivada desde un punto de vista geométrico o físico. Los resultados, incluso en carreras de ingeniería o matemática, fueron decepcionantes. Sabían derivar funciones más o menos complicadas, pero sin entender qué es la derivada, ¿cómo podrían aplicar este concepto a los problemas que se pudieran encontrar relacionados con sus estudios?
Por supuesto, no hablemos ya de los estudios universitarios sin contenidos matemáticos directos. Todos habremos oído la típica frase ante un problema que requiriese algún tipo de cálculo o razonamiento: "es que yo, soy de letras".

Las matemáticas, aunque les pueda pesar a los teóricos, tienen también un carácter instrumental, unos conocimientos mínimos que toda persona debería haber asimilado y que les permitiese desenvolverse en situaciones relacionadas con esta materia. Para conseguir este fin, los caminos que se siguen actualmente no son los adecuados. Debemos enseñar a los alumnos y alumnas a hacerse preguntas sobre una situación problemática, a saber qué herramientas son las más idóneas para avanzar y a ayudarles cuando se equivoquen. Las programaciones basadas en bloques temáticos y en el aprendizaje memorístico de técnicas o algoritmos, solo crean el el alumnado un rechazo hacia la asignatura, por carecer de aplicación en su mundo real. Para los que quieran ir más allá, ya existen los estudios superiores adecuados.
Por desgracia, entre los profesores y profesoras de matemáticas no abunda esta idea, ya sea por comodidad, por incapacidad para programar la materia de forma alternativa o porque ejercen la docencia sin sentir esta profesión como debieran.
Esta reflexión, pese a estar basada en las matemáticas, y tal y como comenta Juan, es extensible a cualquier otro conocimiento. De hecho, desde mi punto de vista, la organización de la escuela podría ir más allá, no compartimentando el horario por materias. Igual que pienso que una materia no se puede impartir por temas aislados, tampoco se puede hacer con el conocimiento. Es lo que llamaríamos una aula abierta, en la que los diferentes contenidos aparecerían en diversas situaciones, pero no siguiendo un estricto horario, sino de manera natural.

¿No estamos trabajando la lengua (castellana, catalana o extranjera) cuando estamos explicando el proceso que seguiremos para resolver un problema de física, o al extraer las conclusiones de un experimento de química?"

Simplemente puedo decir "totalmente de acuerdo Agustí"

Juan Enciso Pizarro

martes, 19 de febrero de 2013

Los MOOC una buena opción de aprendizaje

En la época que nos está tocando vivir cada vez estamos obligados a estar mejor preparados para poder ser más competitivos  y poder sobrevivir en esta sociedad.

Para formarse hay que aprovechar todos los recursos que se nos ofrecen y los MOOC son uno de ellos.

Los MOOC (Massive Open Online Course) son unos cursos masivos abiertos y online que ofrecen las Universidades. Estos cursos los puede seguir cualquier persona aunque no tengan formación preuniversitaria ni universitaria.

Las ventajas de estos cursos es que son gratuitos te permiten iniciarte o profundizar en un tema, y al final obtiene un certificado sellado por la Universidad por haber realizado el curso.

En este vídeo explica más detalladamente que son los MOOC



Si queréis más información o queréis empezar un MOOC podéis consultar esta página web: http://www.mooc.es/

Juan Enciso Pizarro

lunes, 18 de febrero de 2013

Boom educativo

En el artículo de hoy de blog, le doy la palabra a Dennis Gallo, alumno de 11 años que nos da una clase auténtica sobre el aprendizaje y el uso de las nuevas tecnologías.



Juan Enciso Pizarro

domingo, 17 de febrero de 2013

Las matemáticas: aprender a pensar

Hoy quiero compartir con vosotros las inquietudes que tienen en Sudamérica sobre el aprendizaje de las matemáticas de sus jóvenes.



La propuesta de cambio metodológico, no solamente en el mundo de las matemáticas, nos deberían hacer reflexionar para intentar aplicarlo todos.

Debemos enseñas a los niños a pensar por sí mismos.

Juan Enciso Pizarro

miércoles, 13 de febrero de 2013

Obama y la educación

Quiero compartir con vosotros unas palabras que pronunció ayer el presidente de EE.UU, Barack Obama, en el Capitolio:

 "Esta noche propongo trabajar con los estados para que los programas preescolares de alta calidad estén disponibles a cada niño en Estados Unidos. Cada dólar que invertimos en la educación temprana de alta calidad puede ser un ahorro de más de siete dólares más adelante",

"Esta inversión y esos ahorros, aumentan las tasas de graduación de secundaria, reducen los embarazos entre adolescentes, e incluso reducen los crímenes violentos"

"Para el crecimiento de la clase media, los estadounidenses deben tener acceso a la educación y la capacitación que exigen los empleos hoy en día. Pero también tenemos que asegurarnos de que EE.UU. sigue siendo un lugar en el que todos los que estén dispuestos a trabajar duro tienen la oportunidad de avanzar"

"Hagamos lo que funciona, y aseguremos que ninguno de nuestros niños comienza su carrera por la vida ya rezagados. Demosle a nuestros niños esa oportunidad"

Señor Wert, Señora Rigau, tomen nota por favor.

Juan Enciso Pizarro

sábado, 9 de febrero de 2013

Síndrome del quemado

Época complicada la que nos está tocando vivir en el mundo de la enseñanza. Los recortes en recursos, en sueldos, los aumentos de las ratios  y los problemas de convivencia del día a día hacen que cada vez haya más profesores que empiecen a sufrir el "síndrome del quemado" o "síndrome de Bournot".

El desarrollo del "síndrome del quemado" consta de 5 fases:

1-Fase inicial (de entusiasmo): Al empezar un trabajo, se tienen expectativas positivas, el profesor presenta entusiasmo, gran energía y no le importa trabajar más y hacer horas extras.

2-Fase de estancamiento: Se precibe que el esfuerzo es mayor que la recompensa obtenida, y que no se ven cumplidas las espectativas profesionales. Se considera que existe un desequilibrio entre las demandas y los recursos; por lo tanto, aparece un problema de estrés psicosocial. el profesional se siente incapaz de dar una respuesta eficaz.

3- Fase de frustración: Aparece la desilusión y  desmoralización del profesor. El trabajo no tiene sentido, cualquier cosa le irrita y provoca conflictos en el trabajo. Aparecen problemas emocionales, fisiológicos y conductuales.

4-Fase de apatía: Aparecen una serie de mecanismos de defensa del profesor que se traducen en cambios actitudinales y conductuales, como son: el trato distante y mecánico hacia sus compañeros y alumnos, la anteposición de sus intereses y de la satisfacción de las necesidades propias frene a prestar un mejor servicio y disminución en la participación en el trabajo.

5- Fase del quemado: Es la fase del colapso emocional y cognitivo. La imposibilidad de satisfacer las demandas emocionales excesivas provoca un fracaso personal y un desgaste profesional, al que contribuye también la presencia de una asertividad deficiente.  Aparece el síndrome del quemado en el trabajo con su triple dimensión: agotamiento emocional es la respuesta del profesor que ya no puede dar más a nivel afectivo, despersonalización aparece cuando se desarrollan sentimientos negativos, y la baja realización personal cuando el profesor se siente insatisfecho con los resultados profesionales y con él mismo.

Juan Enciso Pizarro

martes, 5 de febrero de 2013

Las TIC-TAC en clase

Hoy quiero compartir con vosotros el comentario que ha hecho el profesor Agustí Estévez en la entrada de este blog ¿Educación moderna?, donde reflexiona sobre la introducción de los ordenadores en el aula.

Agustí, coordinador TIC de la escuela en la que trabajo, reflexiona sobre los ordenadores en clase desde la experiencia,  y nos dice:

"Después de casi cuatro años, la introducción de los notebooks, u otro tipo de tecnología, en las aulas de muchas escuelas no ha supuesto el cambio metodológico que de ello se esperaba. Pero, ¿qué cambio en la metodología se esperaba? La aparición de las competencias en la LOE marcaba el objetivo de las escuelas: lo importante ya no eran los contenidos, ni cómo se mostraban, sino lo que los alumnos podían hacer con ellos en situaciones diversas.
¿Y cómo la tecnología iba a ayudar a alcanzar este objetivo? Se decía por entonces que un ordenador (o ahora una tablet o un smartphone) ponía a disposición del alumno todo el conocimiento, superior al de un profesor, y que por tanto, podría generar su propio, aprender a aprender, y que el docente iba a ser el guía durante ese trayecto.
Lamentablemente, tal y como constatan los centros de recursos, encargados de elaborar encuestas sobre este proceso, este cambio no se ha producido. Los ordenadores han servido para acceder a contenidos editoriales digitales, que solo han cambiado el formato y, si acaso, han introducido elementos audiovisuales. Las pizarras digitales se usan de manera tradicional, con la ventaja de que no ensucian. Las plataformas digitales, como moodle, se usan para hacer cuestionarios, los mismos que antes se hacían en papel, pero que se autocorrigen. Esto último podría suponer hasta un paso atrás en el aprendizaje de los alumnos, ya que se pasa a evaluar solo el resultado final y no el proceso.
¿Qué ha fallado?
La administración dio libertad a los centros para acogerse o no a esta iniciativa, aunque sin ofrecer una formación adecuada, tanto a profesores como a equipos directivos. Las escuelas, temerosas de quedarse atrás en cuanto a las nuevas tecnologías, se adhirieron, también sin tener claro como iba a afectar este a su proyecto educativo. Algunos profesores vieron la posibilidad de mejorar su actividad gracias a la tecnología y realizaron cursos de formación para crear o buscar contenidos digitales, cursos que aparecieron por todas partes de la noche a la mañana. Otros, más incrédulos, prefirieron no seguir esta senda y continuar con sus prácticas habituales.
¿Cuál hubiera sido el camino a seguir?
Los equipos directivos de las escuelas, en muchos casos unipersonales, deberían haber tenido claro que lo mejor hubiera sido establecer un plan estratégico a medio plazo, en el que la formación ocupara el eje central. Pero una formación no solo centrada en la búsqueda o creación de contenidos digitales, sino, más importante, en nuevas metodologías, trabajo colaborativo, procesos de investigación, etc. Es decir, un proyecto como este no tiene como fin el uso de la tecnología, sino el aprovechamiento de estas en una nueva manera de hacer las cosas en el aula, en beneficio del aprendizaje del alumno. Este plan debería ser expuesto al claustro y trabajado por todos los profesores para que sea viable su puesta en marcha y, por supuesto, ser evaluado periódicamente para constatar que se lleva a cabo.
Las coordinaciones de nivel, pedagógicas, de departamento o de seminario, serían los encargados de llevar al plan hasta las programaciones de aula, aplicando la formación recibida, compartiendo experiencias y adoptando aquellas prácticas que se consideren que aportan más beneficios para el objetivo perseguido.
Los profesores tendrían el papel fundamental, ya que serían los encargados de llevar al aula el producto final, evaluar su aplicación y proponiendo las modificaciones pertinentes.
Sin una estructura como la que he presentado, cualquier proyecto que se intente implantar en las aulas no tendrá éxito, ya que serán unos pocos los que lo lleven a cabo, agotando sus energías, además de suponer un esfuerzo económico, tanto para la escuela como para las familias.
Y lo peor de todo, los alumnos, para los que el tiempo no se detiene, habrán perdido una excelente oportunidad de mejorar en su formación"


Gracias Agustí por tu comentario y por hacernos reflexionar.

Juan Enciso Pizarro

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Educación moderna?

Si queremos modernizar  la enseñanza no lo conseguiremos solamente llenando las aulas de ordenadores.

 Juan Enciso Pizarro